sâmbătă, 9 iulie 2011

Otro fin del mundo desafía el futuro inmediato

"El fin del mundo comienza el 21 de mayo". Una sensación de pánico apocalíptico difícil de mensurar se instaló en ciudades tan distintas como Johannesburgo, Managua y Toronto. La predicción corrió con prisa, pero entró en pausa a medida que nos acercamos a la fecha, ya que —ante la proximidad del enésimo chasco—, no es signo de gran talento profético vislumbrar un repliegue abrupto y vergonzoso del tema.
El fin del mundo sucedió otras veces, y aquí estamos. En los días que corren su espectro recuperó protagonismo. Sólo en los Estados Unidos el programa Radio Family, conducido desde los años 60 por el ingeniero civil Harold Camping, tiene 150 estaciones retransmisoras. Hace meses que este ministerio cristiano, con sede en California, se hizo más popular que nunca gracias al anuncio según el cual el 21 de mayo regresará Cristo a la Tierra y se llevará consigo a los muertos y al pueblo elegido, condenando a los infieles al Infierno o a la indiferencia acusados de haber vivido ajenos al ojo vigilante de Dios.

Harold Camping (wikipedia)
Contra mucho de lo que se dijo, es inexacto afirmar que Camping y su séquito han anunciado el fin del mundo para el sábado. Dicen que, apenas, el suelo se moverá y aterrorizará a los que no creyeron hasta ayer. Estos movimientos sísmicos darán pie a una cuenta regresiva que concluirá en cinco meses, lapso durante el cual la humanidad sufrirá una horrible agonía. Según Camping, el planeta recién estallará bajo la ira divina el 21 de octubre de 2011. O sea que aún tienen resto para reclutar nuevos prosélitos, quienes tienen derecho a quemar sus ahorros como gusten, aunque menos de azuzar temores infundados.
Digamos ya mismo que la profecía que postula don Harold Camping es ampliamente rechazada por la comunidad evangélica de los Estados Unidos. El personaje también es tomado a la chacota por los medios seculares (no sin razón, aunque, como veremos, no siempre con justicia).
Del otro lado, Camping ha encontrado entre sus repetidoras a un aliado infinitamente oportunista: si ahora hablamos de sus presagios es porque los medios no han desaprovechado la ocasión para inflar fantasmas, generar angustia a través de amenazas ambiguas o fogonear temores, racionales o no, entre su querido público. A veces todo, menos la ética, vale para ganar audiencia. La motivación de buena parte de los lectores de este post probablemente responde a una inquietud generada por los medios.






 

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